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¿La especialidad de la casa?, eso es algo que debes descubrir. [Priv. Rei]
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por Ryu Senshi 18.12.16 20:03
Una tranquilidad que prácticamente podía palparse, así es como describía en su mente la situación actual en su restaurante, si bien debido a la aislamiento puesto en las paredes de su oficina no podía escuchar el exterior, la última vez que había visto el exterior de esta solo pudo ver a un par de familias que comían en la parte de afuera de su local, disfrutando del agradable clima gracias al que el sol hoy brillaba más que nunca, haciendo más llevadero el frió que por muchos días fue el amo y señor del lugar.
-A veces me cuesta creer lo prospero que es todo esto- diría en voz alta a la vez que una sonrisa se hacía en su rostro -A puesto que dirías lo mismo si estuvieras aquí- continúo hablando mientras que una de sus manos sujetaba un portarretratos en el cual podía verse una fotografía de tres mujeres: Eran ella, su difunta esposa y en medio de ambas su hija la cual sonriente las abrazaba. Una de sus cejas de alzo algo sorprendida, recién notaría que la monstruosa altura de su retoño comenzó a notarse a muy temprana edad -Los años no pasan en vano, ¿Verdad? - suspiro y dejando la fotografía en su lugar se puso de pie estirándose, la pereza comenzaba a apoderarse de su cuerpo y debía combatirla, no quería desperdiciar un día tan bello estando sentada en su oficina leyendo una y otra vez papeles que había dejado listos las noche anterior, quizás en la cocina encontraría algo de acción, de seguro algún nuevo cliente había llegado en todo este rato que estuvo encerrada en su oficina, como ya había pasado gran parte de la mañana y pronto se daría inicio a una de las horas más intensas del lugar y que mejor que ir y dar su apoyo. Si, era un buen plan, además disfrutaba el estar con sus trabajadores, una buena compañía siempre hace que las horas pesen menos.
Con la flojera hecha a un lado abriría la puerta dejando atrás su oficina lista para la acción, esperando ser recibida por el bullicio de los clientes y ordenes yendo de un lado para otro, pero… las cosas no habían parecido cambiar mucho con respecto a lo visto hace unas horas, cosa que hizo que el rostro de la mujer mostrará una graciosa expresión de molestia, de inmediato seria notada por el grupo de meseros algunos estaban apoyados en la barra y otros limpiando las mesas que recién habían sido desocupadas. Poco y nada había cambiado desde la mañana cosa que le decepciono un poco, aunque ese sentimiento rápidamente fue dejado a un lado volvió a mostrar ese rostro calmado.
-Las cosas están algo lentas hoy- comento una de las cocineras que, por la ventana, la cual se ubicaba a unos cuantos metros de la puerta de la oficina, asomaba su cabeza -Aunque doy gracias por ello, ¿! Hace cuánto que no teníamos un momento de paz en este lugar¡?- un exagerado dramatismo se escuchó en su voz, además de prácticamente hacer que la mitad de su cuerpo saliera por la ventana al “desmayarse”.
-Muy graciosa- respondería Ryu y caminado hasta la barra tomaría uno de los menús, el cual lanzaría con precisión en la cara de la chica -Eres valiente al pronunciar tales palabras- diría siguiendo el juego -De ahora en adelante trabajaras tanto que olvidaras lo que significa la palabra paz- camino hasta ella e imponiéndose la miraría desde lo alto, para luego tomarla del brazo ayudándole a enderezarse -Ok, hablando enserio, las cosas estaban bastante lentas- cambiaría de nuevo su actitud.
- ¡Auch, jefa! Eso dolió- se quejaría y las risas no tardaron en escucharse por el lugar -Me debe una tarde libre por esto- aprovecharía de decir a la vez que ordenaba su cabello y uniforme.
-Lo siento, lo siento, en días así no controlo mi fuerza- se disculparía Ryu aun riendo y le ayudaría con su ropa -No bajemos la guardia chicos, que cada vez que mencionamos algo así, en la tarde nos invaden los clientes- dijo y dando una pequeña caricia en la cabeza de la muchacha se alejaría -Hoy estaré aquí para ayudar, pero de momento creo que mejor iré a darle algo de ambiente a todo esto- señalaría el piano de cola ubicado sobre lo que parecía ser un escenario en el costado del local.
- ¡Si señora!- responderían casi todos al unísono e incluso algunos harían el saludo militar en respuesta a las órdenes de su jefa, gesto que también fue realizado por Ryu, tal ambiente reanimo bastante a la mujer razón por la cual decidió ir al piano en vez de regresar a la soledad de su oficina, además hace bastante que no tocaba algo, el trabajo le había absorbido por completo.
Se dejaría caer sobre el cómo asiento de cuero negro y dando la espalda brevemente al instrumento observaría el lugar, desde la pequeña altura podía verse lo amplio de este, mesas de madera, algunas tal vez tenían más edad que ella, se mantenían en un perfecto estado y eran golpeadas por la luz que entraba por el gran ventanal que desde fuera permitía ver el interior del restaurant, el cual de día ofrecía un cálido ambiente, resaltando la curiosa decoración del lugar, por las paredes se podía ver una gran cantidad de estantes y sobre estos maquetas de barcos tanto de combate como históricos, obviamente ordenados de tal forma que además de restaurant, el lugar parecía también un museo de historia naval, pero eso no era todo, a su vez la decoración daba un aire a esos locos años veinte que cautivaba a muchos de los visitantes, y que por las noches también se convertía en un lugar donde el romance y el misticismo se mezclaban.
-Aun me cuesta creerlo- susurraría para luego voltearse y abrir la tapa que cubría las teclas del piano, a su cabeza rápidamente vino el nombre de una melodía, Zigeunerweisen, no hace mucho la había aprendido por completo y esperaba que el tiempo que estuvo alejada del piano no le hubiera hecho olvidar tan hermosa canción. Doblo las mangas de su blusa una vez termino de acomodarse y así dar inicio a su espectáculo.
El “violento” inicio llamaría la atención de aquellos que estaban dentro como fuera del local, haciendo que sus ojos se posaran en la solitaria pianista que ahora se presentaba, más curiosos eran los pequeños que asomaron su cabeza para ver de más cerca y al parecer la tranquilidad de las calles ese día ayudaba a que la música llegara hasta más allá del ventanal haciendo que varios transeúntes se detuvieran curiosos a escuchar unos momentos. Y ahí, nuevamente sumergida en la música se encontraba esta mujer, esperando poder complacer a los pocos que le escuchaban.
-A veces me cuesta creer lo prospero que es todo esto- diría en voz alta a la vez que una sonrisa se hacía en su rostro -A puesto que dirías lo mismo si estuvieras aquí- continúo hablando mientras que una de sus manos sujetaba un portarretratos en el cual podía verse una fotografía de tres mujeres: Eran ella, su difunta esposa y en medio de ambas su hija la cual sonriente las abrazaba. Una de sus cejas de alzo algo sorprendida, recién notaría que la monstruosa altura de su retoño comenzó a notarse a muy temprana edad -Los años no pasan en vano, ¿Verdad? - suspiro y dejando la fotografía en su lugar se puso de pie estirándose, la pereza comenzaba a apoderarse de su cuerpo y debía combatirla, no quería desperdiciar un día tan bello estando sentada en su oficina leyendo una y otra vez papeles que había dejado listos las noche anterior, quizás en la cocina encontraría algo de acción, de seguro algún nuevo cliente había llegado en todo este rato que estuvo encerrada en su oficina, como ya había pasado gran parte de la mañana y pronto se daría inicio a una de las horas más intensas del lugar y que mejor que ir y dar su apoyo. Si, era un buen plan, además disfrutaba el estar con sus trabajadores, una buena compañía siempre hace que las horas pesen menos.
Con la flojera hecha a un lado abriría la puerta dejando atrás su oficina lista para la acción, esperando ser recibida por el bullicio de los clientes y ordenes yendo de un lado para otro, pero… las cosas no habían parecido cambiar mucho con respecto a lo visto hace unas horas, cosa que hizo que el rostro de la mujer mostrará una graciosa expresión de molestia, de inmediato seria notada por el grupo de meseros algunos estaban apoyados en la barra y otros limpiando las mesas que recién habían sido desocupadas. Poco y nada había cambiado desde la mañana cosa que le decepciono un poco, aunque ese sentimiento rápidamente fue dejado a un lado volvió a mostrar ese rostro calmado.
-Las cosas están algo lentas hoy- comento una de las cocineras que, por la ventana, la cual se ubicaba a unos cuantos metros de la puerta de la oficina, asomaba su cabeza -Aunque doy gracias por ello, ¿! Hace cuánto que no teníamos un momento de paz en este lugar¡?- un exagerado dramatismo se escuchó en su voz, además de prácticamente hacer que la mitad de su cuerpo saliera por la ventana al “desmayarse”.
-Muy graciosa- respondería Ryu y caminado hasta la barra tomaría uno de los menús, el cual lanzaría con precisión en la cara de la chica -Eres valiente al pronunciar tales palabras- diría siguiendo el juego -De ahora en adelante trabajaras tanto que olvidaras lo que significa la palabra paz- camino hasta ella e imponiéndose la miraría desde lo alto, para luego tomarla del brazo ayudándole a enderezarse -Ok, hablando enserio, las cosas estaban bastante lentas- cambiaría de nuevo su actitud.
- ¡Auch, jefa! Eso dolió- se quejaría y las risas no tardaron en escucharse por el lugar -Me debe una tarde libre por esto- aprovecharía de decir a la vez que ordenaba su cabello y uniforme.
-Lo siento, lo siento, en días así no controlo mi fuerza- se disculparía Ryu aun riendo y le ayudaría con su ropa -No bajemos la guardia chicos, que cada vez que mencionamos algo así, en la tarde nos invaden los clientes- dijo y dando una pequeña caricia en la cabeza de la muchacha se alejaría -Hoy estaré aquí para ayudar, pero de momento creo que mejor iré a darle algo de ambiente a todo esto- señalaría el piano de cola ubicado sobre lo que parecía ser un escenario en el costado del local.
- ¡Si señora!- responderían casi todos al unísono e incluso algunos harían el saludo militar en respuesta a las órdenes de su jefa, gesto que también fue realizado por Ryu, tal ambiente reanimo bastante a la mujer razón por la cual decidió ir al piano en vez de regresar a la soledad de su oficina, además hace bastante que no tocaba algo, el trabajo le había absorbido por completo.
Se dejaría caer sobre el cómo asiento de cuero negro y dando la espalda brevemente al instrumento observaría el lugar, desde la pequeña altura podía verse lo amplio de este, mesas de madera, algunas tal vez tenían más edad que ella, se mantenían en un perfecto estado y eran golpeadas por la luz que entraba por el gran ventanal que desde fuera permitía ver el interior del restaurant, el cual de día ofrecía un cálido ambiente, resaltando la curiosa decoración del lugar, por las paredes se podía ver una gran cantidad de estantes y sobre estos maquetas de barcos tanto de combate como históricos, obviamente ordenados de tal forma que además de restaurant, el lugar parecía también un museo de historia naval, pero eso no era todo, a su vez la decoración daba un aire a esos locos años veinte que cautivaba a muchos de los visitantes, y que por las noches también se convertía en un lugar donde el romance y el misticismo se mezclaban.
-Aun me cuesta creerlo- susurraría para luego voltearse y abrir la tapa que cubría las teclas del piano, a su cabeza rápidamente vino el nombre de una melodía, Zigeunerweisen, no hace mucho la había aprendido por completo y esperaba que el tiempo que estuvo alejada del piano no le hubiera hecho olvidar tan hermosa canción. Doblo las mangas de su blusa una vez termino de acomodarse y así dar inicio a su espectáculo.
- Canción:
El “violento” inicio llamaría la atención de aquellos que estaban dentro como fuera del local, haciendo que sus ojos se posaran en la solitaria pianista que ahora se presentaba, más curiosos eran los pequeños que asomaron su cabeza para ver de más cerca y al parecer la tranquilidad de las calles ese día ayudaba a que la música llegara hasta más allá del ventanal haciendo que varios transeúntes se detuvieran curiosos a escuchar unos momentos. Y ahí, nuevamente sumergida en la música se encontraba esta mujer, esperando poder complacer a los pocos que le escuchaban.
por Reiko Rairyuudan 19.12.16 8:56
Casi se podía leer en sus labios lo que acababa de decir, mientras que se sostenía el brazo, y obviamente, no se esperaba que dijese ella. Desde ayer que estaba varada en el agua, en un barco de pesca, luego de haber presenciado una pequeña batalla en el medio del mar de dos miembros de Vongola, con la diferencia de que uno era un informante de quién sabe qué familia. Un disparo había llegado justo por debajo de su hombro, por lo que era inevitable que sintiera tal dolor luego de haber curado por sí misma la herida. Tenía suerte de saber un poco de cuidados contra balazos, aunque su mala suerte residía en no haber traído, como siempre, algún analgésico. Había perdido el rumbo, sin saber dónde estaba realmente y dejaba que la vela del barco haga lo suyo buscando un lugar. No moriría ahí, no era lo que esperaba de su corta vida y mucho menos de esta forma, pero acostarse sobre la madera que flotaba gentilmente en el agua mientras que miraba el tranquilo cielo cubierto de algunas nubes era sin duda armonizante. Podía evitar sentir el dolor a ratos pero igualmente la hacía sentir tranquila. En medio de pensamientos y observaciones, se pudo dar cuenta de algo que la preocupaba. La ráfaga de viento había cambiado bruscamente y ahora se dirigía hacia donde parecía haber tierra. Las aves, chillando, se iban volando al lado contrario de donde se dirigía ella y como si fuera poco la vela había cambiado su rumbo también. Inmediatamente, identificando qué podía significar eso, Reiko tomó los dos remos y se apresuró hacia la superficie que parecía tan lejos.
La travesía duró poco. En media hora ya se encontraba en el puerto, debido a la insistencia de salir de la tormenta, pues podía correr el riesgo de terminar en el mar más de un día. Podía observar que se trataba de un puerto bastante humilde pero a su vez, poseía lugares un tanto distinguidos y sobretodo de comidas. Dejando el barco anclado, mientras que observaba las nubes de lejos que se acercaban a donde estaban, se apresuró para poder divisar dónde estaba. Oh. Qué casualidad y buena suerte tenía en ciertos momentos. Aquí estuvo en la tarde de ayer. No tardó lo suficiente en agradecer mentalmente al viento y las nubes que avecinaban la lluvia, mientras que se acercaba a la posada en donde había estado por la tarde reservando su habitación. Se quedaría una semana más, aunque ya no era necesario trabajar más. Estaba completa su misión. Solo debía observar a ambos y ver si uno de ellos terminaba muerto. Una pelea de dos poseedores de la llama de la lluvia. Tan poderosos como ellos mismos. Pero su herida... nadie le preguntó qué le había pasado en el brazo y mucho menos después de salir de un baño del cual no tomó muchos minutos, alistarse y merodear un poco por el puerto. El invierno la ayudaba para ocultar la herida, de la cual vendó bien y apretó para que no sangrara más. Aunque estaba bien curada, corría el riesgo de que la misma se desprenda. Una camisa, un saco, una falda corta y medias con unas botas cortas era lo que se había puesto, sin olvidar del saco. Una vestimenta apropiada para el clima que hacía en el puerto y para la tormenta que se avecinaba. En pasos tranquilos, buscando un lugar, Reiko emprendió su viaje sobre el pequeño pueblo con el fin de conocerlo.
El aroma a salinas, el pasto mojado de las pequeñas islas que llegaban con el viento, sumado al sonido de las gaviotas que emigraban hacia el pueblo la reconfortaban lo suficiente. Para alguien que toda su vida vivió en cáos, un poco de ruido ambiental era más que suficiente para alegrar y colorear su alma. El shampoo que había usado unos minutos antes le agregaba un poco de color a la escena de una mañana en este puerto. Pero faltaba algo de vida, algo más. Algo de lo que estaba acostumbrada Reiko, eso que la hacía sentir peligro de vez en cuando pero ese del que le agregaba sentido a la vida. No del que te da miedo, sino del que te impulsa a moverte hacia adelante. Una canción, un debut, un primer beso, una primera vez, un paso adelante al escenario. Esas cosas que hacían un revuelco con tu vida. Eso le faltaba al puerto: emoción. Carecía tanto de emoción en el ambiente, tanto era así, que le sobraba ambientación.
Aunque claro, el estómago de Rei no pensó mucho en regalarle un ruido al ambiente. En seguida, de la vergüenza, se sostuvo hacia sí misma. Tenía hambre, no había comido nada en todo el día, pero tampoco poseía demasiado dinero para comprar algo por aquí. Había gastado todo en la posada y, como era de esperarlo, había perdido su pequeña cartera -llena de dinero- en el tren. Eran cosas que le pasaban demasiado a menudo que atentaba contra la buena suerte de algunas personas de Chiavarone. Su estómago volvió a sonar.
— Maldición... ¿dónde hay un maldito restaurante? Hasta ahora solo veo tiendas de pesca... — dijo un tanto molesta. En eso, una canción de piano que comenzaba prepotente. La conocía, pero no sabía de dónde, como si su subconsciente la hubiese tomado en algún momento de su vida no tan grato. Una canción un tanto intrigante, sombría, misteriosa. No podía describirla de otra forma. No tardó en divisar de dónde provenía y no era nada menos que de un restaurante que estaba directamente frente al puerto mayor. Un tanto viejo, quizá, pero sin duda la música terminaba por atraerla. Caminó, dejándose deleitar por el sentimiento de la música, majestuoso y virtuoso. Hacía mucho que no escuchaba música de ese tipo, mucho menos introducida en piano, por lo tanto escuchar cada tanto eso le llamaba la atención. Después de todo, Reiko no hacía o cantaba ese tipo de música por internet.
Antes de entrar, logró ver un cartel un poco desgastado del que anunciaban que buscaban artistas o cantantes para el escenario. No esperaba menos del lugar, después de todo, parecía ser un bar y/o restaurante show. Iniciando su entrada, de repente, la canción se tornó lúgubre y un poco más lenta, mientras que lograba ver quién era la intérprete de dicha melodía. Una mujer mucho más adulta que ella, aunque no tanto tampoco, sumergida totalmente en la melodía. No era la única. Reiko prácticamente cayó bajo las notas del piano que ejecutaba la mayor, mientras que sus dedos se movían gentilmente. No estaba mal hecha, sin duda la persona que tocaba el dichoso piano sabía lo que hacía. Pero sus pensamientos inmediatamente fueron interrumpidos por una camarera que preguntaba si se quedaría o no.
— Oh, lo siento. Sí, me quedaré. — dijo con rapidez y tomó asiento. Sus ojos no dejaban de ver el sentimiento que poseía dicha canción. Ya recordaba el nombre. Zigeunerweisen. Esa canción era una de las que tocaba su madre mientras supuestamente escapaban. Le recordaban a su familia que estaba desaparecida en algún rincón de este lugar. Suspiró. La canción pronto daría fin.
Última edición por Reiko Rairyuudan el 23.02.17 7:16, editado 1 vez
por Ryu Senshi 28.12.16 22:55
Cualquiera que pudiera verla en estos momentos no dudaría en comentar acerca de la concentración mostrada por la mujer, la cual pareciera estar siendo controlada por el viejo piano obligándole a tocar tan compleja melodía hasta el final de los tiempos y la cual bruscamente cambiaba, pasando de lo lúgubre y melancólico a una alegría que haría sonreír a la pianista dedicando una mirada al público que ahora le miraba y para su sorpresa había aumentado. También aquel brusco cambio en el ritmo sería la señal que indicaba que el fin se acercaba, el cual a pesar de lo veloz que parecía, continuaba moviendo con gracia sus manos hasta llegar a dar el último golpe sobre las teclas del piano.
Atrás quedaría el sonar casi frenético que hace un momento invadía el lugar para luego ser reemplazado con aplausos, cosa que hizo salir de su trance a la mujer y ahora observar directamente a sus espectadores. No tardaría mucho en ponerse de pie para luego mostrar su agradecimiento con una reverencia.
-Espero que este pequeño espectáculo haya sido de su agrado- hablo tras erguirse y sonreiría complacida al ver que algunos de los curiosos pasaban a tomar asiento –De ser así, más adelante se interpretara una melodía a pedido del público, pero de momento el deber llama- tras esto chocaría ambas palmas llamando así la atención de sus trabajadores –Marineros, el barco comienza a funcionar así que es hora de retomar posiciones- bajaría del escenario dirigiéndose rápidamente a la barra de la cual tomaría uno de los menús junto con una pequeña libreta de papel -Como decía nuestra almirante, manos a la obra si no queremos que la tormenta nos tome por sorpresa- la respuesta fue obvia, como si de la verdadera marina se tratara el grupo de camareros se formaría y junto a los cocineros que desde la ventana se asomaban responderían a coro como de costumbre para luego dar inicio a sus labores.
Esta era una de las tantas cosas llamativas que este restaurant poseía y a más de un turista sorprendía, creyendo incluso que los que trabajaban ahí pertenecieron a las fuerzas armadas debido al orden y respeto mostrado al público, pero a diferencia de la realidad no había rectitud ni seriedad, más bien todo lo contrario, la cortesía y amabilidad eran sus cartas de presentación más fuertes. Y tampoco había que olvidar sus uniformes, tal vez no poseían un llamativo diseño, pero lo que si captaba la atención de la mayoría eran las jinetas o insignias que cada uno portaba, indicando un rango, con el cual no se representaba el grado de autoridad que poseía en el local, sino más bien la cantidad de tiempo que llevaba trabajando ahí y, además, dependiendo de las habilidades de la persona, otras insignias decoraban su uniforme, un ejemplo eran las banderas de distintos países indicando con estas el conocimiento del idioma de dicho país. Aunque esto apenas era la punta del iceberg y toda una guía se encontraba a disposición en cada mesa formando parte del decorado, parecía algo exagerado, pero eran las tradiciones de su familia política y Ryu las respetaría.
Y ahora regresando con esta mujer, la cual tras dejar atrás al resto de su equipo dio un rápido vistazo al lugar encontrándose con una solitaria joven no tan lejos de su posición, daría un rápido gesto con la cabeza a otro de los camareros indicando de que se encargaría de atenderla y ahora su andar sería más veloz a la vez que arreglaba un poco su uniforme. Curiosa fue la sensación que sintió a tan solo unos pasos de ella, ¿A caso la había visto en algún lugar?, de inmediato descarto esa opción, ya que el único encuentro con un extraño en mucho tiempo fue con aquel chico de rara cabellera, Takeshi. Es fugaz recuerdo le hizo volver a sentir lo mismo que ese día, el aura que rodeaba a chica era un tanto similar a la de él, aunque ella lograba pasar más desapercibida, ¿Coincidencia? ...tal vez, pero rápidamente dejaría a un lado sus dudas y se detendría a un costado de la mesa.
-Bienvenida a bordo del Littorio- saludo cortésmente esperando llamar su atención a la vez que ofrecía el menú acercándolo a la mesa -La almirante de escuadra Senshi está hoy a su servicio- se presentaría con el saludo habitual y con una sonrisa esperaría a una respuesta.
Atrás quedaría el sonar casi frenético que hace un momento invadía el lugar para luego ser reemplazado con aplausos, cosa que hizo salir de su trance a la mujer y ahora observar directamente a sus espectadores. No tardaría mucho en ponerse de pie para luego mostrar su agradecimiento con una reverencia.
-Espero que este pequeño espectáculo haya sido de su agrado- hablo tras erguirse y sonreiría complacida al ver que algunos de los curiosos pasaban a tomar asiento –De ser así, más adelante se interpretara una melodía a pedido del público, pero de momento el deber llama- tras esto chocaría ambas palmas llamando así la atención de sus trabajadores –Marineros, el barco comienza a funcionar así que es hora de retomar posiciones- bajaría del escenario dirigiéndose rápidamente a la barra de la cual tomaría uno de los menús junto con una pequeña libreta de papel -Como decía nuestra almirante, manos a la obra si no queremos que la tormenta nos tome por sorpresa- la respuesta fue obvia, como si de la verdadera marina se tratara el grupo de camareros se formaría y junto a los cocineros que desde la ventana se asomaban responderían a coro como de costumbre para luego dar inicio a sus labores.
Esta era una de las tantas cosas llamativas que este restaurant poseía y a más de un turista sorprendía, creyendo incluso que los que trabajaban ahí pertenecieron a las fuerzas armadas debido al orden y respeto mostrado al público, pero a diferencia de la realidad no había rectitud ni seriedad, más bien todo lo contrario, la cortesía y amabilidad eran sus cartas de presentación más fuertes. Y tampoco había que olvidar sus uniformes, tal vez no poseían un llamativo diseño, pero lo que si captaba la atención de la mayoría eran las jinetas o insignias que cada uno portaba, indicando un rango, con el cual no se representaba el grado de autoridad que poseía en el local, sino más bien la cantidad de tiempo que llevaba trabajando ahí y, además, dependiendo de las habilidades de la persona, otras insignias decoraban su uniforme, un ejemplo eran las banderas de distintos países indicando con estas el conocimiento del idioma de dicho país. Aunque esto apenas era la punta del iceberg y toda una guía se encontraba a disposición en cada mesa formando parte del decorado, parecía algo exagerado, pero eran las tradiciones de su familia política y Ryu las respetaría.
Y ahora regresando con esta mujer, la cual tras dejar atrás al resto de su equipo dio un rápido vistazo al lugar encontrándose con una solitaria joven no tan lejos de su posición, daría un rápido gesto con la cabeza a otro de los camareros indicando de que se encargaría de atenderla y ahora su andar sería más veloz a la vez que arreglaba un poco su uniforme. Curiosa fue la sensación que sintió a tan solo unos pasos de ella, ¿A caso la había visto en algún lugar?, de inmediato descarto esa opción, ya que el único encuentro con un extraño en mucho tiempo fue con aquel chico de rara cabellera, Takeshi. Es fugaz recuerdo le hizo volver a sentir lo mismo que ese día, el aura que rodeaba a chica era un tanto similar a la de él, aunque ella lograba pasar más desapercibida, ¿Coincidencia? ...tal vez, pero rápidamente dejaría a un lado sus dudas y se detendría a un costado de la mesa.
-Bienvenida a bordo del Littorio- saludo cortésmente esperando llamar su atención a la vez que ofrecía el menú acercándolo a la mesa -La almirante de escuadra Senshi está hoy a su servicio- se presentaría con el saludo habitual y con una sonrisa esperaría a una respuesta.
por Reiko Rairyuudan 25.02.17 7:11
El gruñido de su propio estómago le recordó que había algo que estaba buscando hace rato: comida. La ambientación tan llevada a barcos le hacía referencia a pedir alguno de sus platos favoritos cuando estaba cerca del mar. Alguna pasta con mariscos, alguna lubina marinada o incluso el clásico pescado frito con papas. Cualquier cosa podía ser. Escapar un poco de las raíces de su país tal vez sería una buena idea por hoy, a pesar de que pensaba un poco en que podía pedir sushi si quería. En el menú entre sus manos veía de todo, literalmente, había de todo. Incluso los tragos eran de distintos países y colocaban sus banderas. Tenían los tragos del lugar, dos en total, que sin duda eran llamativos. Había platos que sonaban llamativos, mientras que los dulces le habían llamado totalmente la atención.
Después de haber terminado la canción, todos los que habían quedado mirando a la pelinegra que ahora parecía ser la jefa, puesto a como había mandado al final, al poco tiempo se sentaban en sus asientos –los que eran comensales- y los mozos se preocupaban por volver a sus labores. No solamente a Reiko, esa canción había atrapado a todos los que pasaban cerca de por aquí y estaban aquí. Sin duda había sido hermosa. Acomodándose en la silla, mientras que se sacaba su saco y lo ponía atrás de ella, observaba cómo aquella mujer que hace poco estaba en el escenario se acercaba a ella. ¿Tal vez eran conocidas? No, no. Rei no se olvidaba de nadie, sobre todo si esa persona era como… ella. Bueno, después de todo es difícil que un informante se olvide de cómo es la apariencia de una persona. Acomodándose bien en su silla, dejando su pequeña cartera de lado en la mesa que efectivamente era para dos, recibió con una sonrisa a aquella jefa del restaurante mientras escuchaba su nombre. Ryu Senshi. Sentía que había escuchado ese nombre en algún otro lado, como si fuese en otra vida, pero no lograba recordar bien sobre ella. Su presentación había sido original, siempre ambientado en un barco… quizá hasta lograba sentir el aroma de las sales del mar en este restaurante, ¿a qué si? Mientras que giraba a mirarla a ella, un poco de su brazo herido se dio a conocer e inmediatamente se lo cubrió en desespero, tanto por ser vista como para contestarle a ella.
— Oh, gracias. — dijo de inmediato. — Todavía bien no lo he decidido, pero me gustaría que me traigan por ahora un refresco, unas rabas para acompañar y… — observó el escenario que estaba al frente de ella. ¿Tal vez podría? Le llamaba tanto la atención ese piano, tal vez podría dar una pequeña presentación. Después de todo, la música lo era todo para Reiko y si había forma de poder presentarse, lo hacía. Lo había hecho infinitas veces en algunas librerías o museos que albergaban pianos en su interior. Incluso en un teatro mientras estaba en la visita guiada. Sus canciones quedaban tan bien solamente ejecutadas con piano, mientras que su voz suave se posaba en cada nota, que claramente no hacía falta más instrumentos. Sin embargo por moda, algunas de las secretarias de Aria hacían el remix de la canción. Su silencio mientras miraba el piano lograba ponerse tan incómodo, que logró hacerla salir de sí misma y sus pensamientos. La pelinegra se había quedado mirándola durante un buen tiempo a la espera después de esa conjunción copulativa a la espera de una palabra acompañante.
— Disculpe, solo miraba el escenario. Tengo que decir que su interpretación de Zigeuerweisen me dejó un poco impactada… sin duda fue hermosa y con mucho sentimiento. — sin dejar de mirar el piano dijo, y al poco rato sus ojos junto a sus labios hicieron una sonrisa hacia ella.
por Ryu Senshi 24.04.17 7:41
Poco a poco las voces y sonidos de cubiertos chocando entre si volverían a dar ambiente el lugar, en lo que esperaba una respuesta por parte de la joven, recordó que en uno de sus bolsillos llevaba el control remoto del equipo de música el cual rápidamente sacaría encendiendo disimuladamente el aparato escondido en el estante en medio de las botellas de vino y licor. Poco a poco una suave melodía haría contraste con el ruido del lugar, el swing ahora sería el encargado de dar ambiente en ese lugar hasta que nuevamente el piano comenzara a sonar.
-Muy bien- murmuro regresando su vista a la joven mientras guardaba el control y con su calma de siempre regresaría su vista a la muchacha, en el trayecto un gesto hecho por esta llamaría su atención, ¿Vendaje?, pregunta que en su mente se formuló y a pesar de haber notado eso su rostro ni siquiera de inmuto a pesar de la repentina preocupación que ahora le invadía. Su labor continuaría y tomando el lápiz junto con la pequeña libreta que en su delantal se encontraba –No hay de que- sonrió suavemente y una poderosa seguridad emanaría del cuerpo de la mujer como si quisiera decirle de forma indirecta de que en este lugar se encontraba a salvo de cualquier peligro, aun tenia clara aquella visión del vendaje y tras anotar el primer pedido de la muchacha más abajo en el papel escribiría una orden para sus peculiares cocineros, necesitaba saber que había pasado o si algún tipo de conflicto entre mafiosos había ocurrido, últimamente las cosas estaban algo extrañas, se podría decir que era la temporada alta en temas “familiares”, pero que más podría hacer si ella se encontraba en el país que era la cuna de la mafia –Entonces eso para empezar-hablo esperando llamar su atención pero se daría cuenta de que la chica no despegaba su mirar del escenario.
Inevitable fue para Ryu el soltar una risa, pero no burlesca, en cierto modo comprendía como se sentía la clienta que atendía, cuando ella decidió volver a abrir las puertas de este restaurant con sus propias manos se encargó de ampliar el escenario para que así el piano que su abuela le envió como regalo de bodas se luciera en todo su esplendor y a pesar de su lujoso origen Ryu permitiría que todo aquel que no sintiera vergüenza pudiera tocarlo, la música era lo más importante para ella en muchos sentidos.
-No se preocupe, puedo entenderla- respondió mientras guardaba el lápiz en el bolsillo de su pecho –La música puede expresar lo que no podemos hacer con palabras… o al menos así lo veo yo- daría un paso atrás mientras inclinaba su cabeza –Deme un momento, debo dar la orden para que su plato sea preparado- un guiño acompañaría sus palabras y rápidamente dejaría atrás la mesa dirigiéndose hasta la ventanilla en la cual su orden fue recibida por un hombre –Pedido especial- susurro y su dedo señalaría el mensaje escrito por esta, el hombre asintió con tranquilidad para comenzar inmediato su labor, lo mismo haría Ryu por su parte ya que sin demora tomaría de la nevera un refresco al igual que un vaso los cuales llevaría sobre una bandeja hasta la chica, había decidido alejarse para así tener más chance de hablar con ella.
-Aquí he traído su refresco- destaparía ágilmente la botella de vidrio con una mano para así dejarlo sobre la mesa y a un lado el vaso –Debo ser honesta con usted, la música hace dos años que irregularmente se posa sobre ese escenario- comenzaría a hablar tranquilamente –Mi hija suele dar algo de ambiente los fines de semana con su guitarra la cual a veces es acompañada por la voz de algún cantante esporádico o algún cliente que se anima debido al alegre ambiente que se forma esos días- sonreiría al mencionar esos momentos –Además la melodía que interprete hace un momento era la segunda vez que lo hacía en piano, mi parte era la del violín y la Almirante principal se encargaba del piano- hizo una pausa cerrando sus ojos – ¡Oh!~ ojala hubiera escuchado nuestra interpretación en ese tiempo, muchos quedaban conmovidos debido a la pasión que ambas entregábamos a la hora de pararnos en el escenario- suspiro para luego mirar nuevamente a la chica con una sonrisa –Y me atrevería a decir de que usted está relacionada con ese arte ya que puedo ver como emana esa serena y curiosa presencia que suele caracterizar a muchos artistas, además de que sus comentarios a mi interpretación fueron una clara pista que me llevaron a esa conclusión.. o ¿Me equivoco?
-Muy bien- murmuro regresando su vista a la joven mientras guardaba el control y con su calma de siempre regresaría su vista a la muchacha, en el trayecto un gesto hecho por esta llamaría su atención, ¿Vendaje?, pregunta que en su mente se formuló y a pesar de haber notado eso su rostro ni siquiera de inmuto a pesar de la repentina preocupación que ahora le invadía. Su labor continuaría y tomando el lápiz junto con la pequeña libreta que en su delantal se encontraba –No hay de que- sonrió suavemente y una poderosa seguridad emanaría del cuerpo de la mujer como si quisiera decirle de forma indirecta de que en este lugar se encontraba a salvo de cualquier peligro, aun tenia clara aquella visión del vendaje y tras anotar el primer pedido de la muchacha más abajo en el papel escribiría una orden para sus peculiares cocineros, necesitaba saber que había pasado o si algún tipo de conflicto entre mafiosos había ocurrido, últimamente las cosas estaban algo extrañas, se podría decir que era la temporada alta en temas “familiares”, pero que más podría hacer si ella se encontraba en el país que era la cuna de la mafia –Entonces eso para empezar-hablo esperando llamar su atención pero se daría cuenta de que la chica no despegaba su mirar del escenario.
Inevitable fue para Ryu el soltar una risa, pero no burlesca, en cierto modo comprendía como se sentía la clienta que atendía, cuando ella decidió volver a abrir las puertas de este restaurant con sus propias manos se encargó de ampliar el escenario para que así el piano que su abuela le envió como regalo de bodas se luciera en todo su esplendor y a pesar de su lujoso origen Ryu permitiría que todo aquel que no sintiera vergüenza pudiera tocarlo, la música era lo más importante para ella en muchos sentidos.
-No se preocupe, puedo entenderla- respondió mientras guardaba el lápiz en el bolsillo de su pecho –La música puede expresar lo que no podemos hacer con palabras… o al menos así lo veo yo- daría un paso atrás mientras inclinaba su cabeza –Deme un momento, debo dar la orden para que su plato sea preparado- un guiño acompañaría sus palabras y rápidamente dejaría atrás la mesa dirigiéndose hasta la ventanilla en la cual su orden fue recibida por un hombre –Pedido especial- susurro y su dedo señalaría el mensaje escrito por esta, el hombre asintió con tranquilidad para comenzar inmediato su labor, lo mismo haría Ryu por su parte ya que sin demora tomaría de la nevera un refresco al igual que un vaso los cuales llevaría sobre una bandeja hasta la chica, había decidido alejarse para así tener más chance de hablar con ella.
-Aquí he traído su refresco- destaparía ágilmente la botella de vidrio con una mano para así dejarlo sobre la mesa y a un lado el vaso –Debo ser honesta con usted, la música hace dos años que irregularmente se posa sobre ese escenario- comenzaría a hablar tranquilamente –Mi hija suele dar algo de ambiente los fines de semana con su guitarra la cual a veces es acompañada por la voz de algún cantante esporádico o algún cliente que se anima debido al alegre ambiente que se forma esos días- sonreiría al mencionar esos momentos –Además la melodía que interprete hace un momento era la segunda vez que lo hacía en piano, mi parte era la del violín y la Almirante principal se encargaba del piano- hizo una pausa cerrando sus ojos – ¡Oh!~ ojala hubiera escuchado nuestra interpretación en ese tiempo, muchos quedaban conmovidos debido a la pasión que ambas entregábamos a la hora de pararnos en el escenario- suspiro para luego mirar nuevamente a la chica con una sonrisa –Y me atrevería a decir de que usted está relacionada con ese arte ya que puedo ver como emana esa serena y curiosa presencia que suele caracterizar a muchos artistas, además de que sus comentarios a mi interpretación fueron una clara pista que me llevaron a esa conclusión.. o ¿Me equivoco?
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